Antártida: Descubren restos de pingüino enano de 34 millones de años

Los especialistas desconocen el porqué de su estatura de 35 centímetros, aunque afirman que convivió con otras especies más grandes.

Interés general15/09/2017 Agencia CTyS-UNLaM
Acosta y pnguinos

Investigadores del Museo de La Plata y del Instituto Antártico Argentino descubrieron fósiles de un pingüino enano, que vivió hace 34 millones de años, y su estatura se ubicaba 35 centímetros de estatura.

El hallazgo se produjo al oeste de la Península Antártica. Los pingüinos reinaban en la Isla Marambio, con ejemplares diminutos, más pequeños que el pingüinito azul que existe actualmente en Nueva Zelanda, que ronda los 40 centímetros de altura

La doctora Carolina Acosta Hospitaleche, investigadora del Museo de La Plata y del CONICET, comentó a la Agencia CTyS-UNLaM que “en un comienzo, por el tamaño diminuto de su húmero, dudamos de si este animal habría tenido alguna patología que afectase su crecimiento, pero lo comparamos con huesos patológicos y comprobamos que era un pingüino adulto sano”.

 “No solo es sorprendente haber encontrado un espécimen tan pequeño, sino saber que convivió con pingüinos gigantes que lo quintuplicaban en estatura”, destacó la autora principal del estudio publicado en la revista científica alemana Neues Jahrbuch für Geologie und Paläontologie.

 “Durante el Eoceno, en la Antártida, había tanta diversidad de pingüinos en formas y tamaños porque había muchos recursos disponibles”, aseveró la investigadora del MLP y del CONICET. Y agregó: “El clima era templado frío, con temperaturas más altas que en la actualidad, por lo que contaban con un mayor espacio descubierto de hielo y una disponibilidad de alimentos mucho más grande”.

Los pingüinos del Eoceno ya habían desarrollado gran capacidad para el buceo. “Al estudiar el ala de este pingüino enano pudimos observar que tenía adaptaciones similares a los pingüinos modernos”, describió Hospitaleche, también autora principal del estudio que dio a conocer el pingüino más grande del que se tenga registro.

Las especies gigantes se alimentaban de peces de gran tamaño, por tener picos más poderosos, en tanto que esta especie diminuta, posiblemente, no se alimentaba de peces, sino de crustáceos. “Es posible que las especies grandes y pequeñas buscaran su alimento en distintos nichos del ecosistema”, consideró la especialista.

Para este nuevo estudio, compararon a los fósiles del Aprosdokitos mikrotero con más de 400 húmeros de pingüinos disponibles en el área de Paleontología de Vertebrados del Museo de La Plata, que se han colectado durante más de 30 años de expediciones impulsadas por el Instituto Antártico Argentino.

“Tenemos miles de huesos de pingüinos y más de 400 húmeros de diferentes taxones en la División de Paleontología de Vertebrados, entre los cuales está el pingüino gigante y ninguno tan pequeño como el que presentamos ahora”, detalló la doctora Acosta. Y precisó: “Los húmeros más chicos de los pingüinos del Eoceno que conocíamos hasta ahora tenían, al menos, el doble de tamaño que el de esta nueva especie enana”.

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