Trump ordena demoler el Ala Este de la Casa Blanca para construir un salón de baile de 300 millones de dólares

La histórica estructura, que durante décadas albergó las oficinas de las primeras damas y sirvió como escenario de cenas de Estado y actos diplomáticos, quedó reducida a escombros.

Mundo23/10/2025
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Fotos: Associated Press

 Toda el Ala Este de la Casa Blanca fue demolida esta semana como parte del plan del presidente Donald Trump para construir un nuevo salón de baile de lujo, según confirmaron fotografías tomadas el jueves por The Associated Press.

La histórica estructura, que durante décadas albergó las oficinas de las primeras damas y sirvió como escenario de cenas de Estado y actos diplomáticos, quedó reducida a escombros. El proyecto contempla levantar en su lugar un salón de baile “casi el doble del tamaño de la Casa Blanca”, con un costo estimado en 300 millones de dólares.

Trump defendió la decisión en declaraciones a la prensa, argumentando que mantener el edificio original habría “perjudicado un edificio muy, muy caro y hermoso”, en referencia al nuevo salón. “Los presidentes han querido esto durante años”, afirmó. Además, aseguró que el proyecto será financiado “por mí y algunos amigos míos”, sin costo alguno para los contribuyentes.

Las imágenes captadas por la fotógrafa Jacquelyn Martin (AP) muestran maquinaria pesada trabajando sobre una zona prácticamente demolida del Ala Este, mientras los obreros avanzan con las tareas previas a la nueva construcción.

El Ala Este, agregada a la Casa Blanca en 1942 durante la presidencia de Franklin D. Roosevelt, fue escenario de momentos emblemáticos protagonizados por primeras damas como Eleanor Roosevelt, Jacqueline Kennedy, Nancy Reagan y Michelle Obama. Con su demolición, desaparece un espacio profundamente ligado a la historia institucional y cultural de Estados Unidos.

Mientras tanto, la Casa Blanca no ha ofrecido detalles sobre los plazos de obra ni sobre el futuro uso público del nuevo salón, aunque se espera que esté destinado a recepciones oficiales, galas y eventos presidenciales de gran escala.

El proyecto ha generado críticas entre historiadores y conservacionistas, quienes lo consideran un atentado al patrimonio histórico nacional. Sin embargo, desde el entorno presidencial lo presentan como una “modernización necesaria” y “una muestra del nuevo esplendor estadounidense”.

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